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Como venimos viendo, la educación a distancia se caracteriza por un ecosistema educativo en el que interviene una amplia diversidad de agentes, más allá del binomio tradicional profesor-estudiante. En entornos presenciales, el docente suele concentrar múltiples funciones, pero en la EaD esas funciones tienden habitualmente a distribuirse entre distintos profesionales especializados. En la entrada anterior nos referimos al perfil y funciones de un buen docente de EaD. Ya indicábamos que, incluso, en la asunción de algunas de aquellas funciones, pueden intervenir otros agentes a los que en esta entrada nos vamos a referir.
Este reparto de responsabilidades, que incluye a diseñadores, autores de contenidos, tutores, técnicos de soporte, gestores académicos y los propios estudiantes, exige una coordinación eficaz para garantizar experiencias de aprendizaje de calidad, especialmente en programas e instituciones de grandes dimensiones o buen número de estudiantes.
Ya en los inicios de la EaD moderna se observó esta tendencia a la división del trabajo docente, la enseñanza a distancia fue comparada con un proceso industrial en el que diferentes especialistas colaboran en la “producción” educativa (Peters, 1998). Así, tareas que en la enseñanza presencial recaen en una sola persona (por ejemplo, elaborar materiales, impartir clases, evaluar, asesorar) aparecen diversificadas y diferenciadas en varios agentes en la EaD. Todas estas figuras son importantes y, en conjunto, conforman el equipo multidisciplinar que sostiene a esta modalidad. Si uno falla o si no hay sinergia entre ellos, la calidad del programa puede resentirse. Por tanto, es crucial comprender la diversidad de agentes que intervienen en la EaD y cómo deben coordinarse y complementarse.